Estimado Sr. Trevino,
Agradezco su correo y paso a responderle.
En primer lugar, aclararle que yo no tengo la posibilidad de facilitarle la forma en la que pueda presentar lo que me expone en su correo en el Vaticano.
Por otra parte, sin juzgar en absoluto la decisión que ustedes tomaron ni al sacerdote que les aconsejó, me permito con mi mejor intención poner en su conocimiento cuál es la postura del Magisterio de la Iglesia Católica en relación a la práctica del diagnóstico genético pre-implantatorio, a la fecundación in vitro y a la generación de embriones in vitro compatibles con hermanos enfermos para eventualmente tratar a éstos.
La valoración moral del aborto se debe aplicar también a las recientes formas de intervención sobre los embriones humanos que, aun buscando fines en sí mismos legítimos, comportan inevitablemente su destrucción. Es el caso de los experimentos con embriones, en creciente expansión en el campo de la investigación biomédica y legalmente admitida por algunos Estados. Si « son lícitas las intervenciones sobre el embrión humano siempre que respeten la vida y la integridad del embrión, que no lo expongan a riesgos desproporcionados, que tengan como fin su curación, la mejora de sus condiciones de salud o su supervivencia individual »,74 se debe afirmar, sin embargo, que el uso de embriones o fetos humanos como objeto de experimentación constituye un delito en consideración a su dignidad de seres humanos, que tienen derecho al mismo respeto debido al niño ya nacido y a toda persona. 75
La misma condena moral concierne también al procedimiento que utiliza los embriones y fetos humanos todavía vivos —a veces « producidos » expresamente para este fin mediante la fecundación in vitro— sea como « material biológico » para ser utilizado, sea como abastecedores de órganos o tejidos para trasplantar en el tratamiento de algunas enfermedades. En verdad, la eliminación de criaturas humanas inocentes, aun cuando beneficie a otras, constituye un acto absolutamente inaceptable. Encícilica Evangelium vitae nº63
El diagnóstico preimplantatorio es una forma de diagnóstico prenatal, vinculada a las técnicas de fecundación artificial, que prevé el diagnóstico genético de los embriones formados in vitro, antes de su traslado al seno materno. Se efectúa con objeto de tener la seguridad de trasladar a la madre sólo embriones sin defectos o con un sexo determinado o con algunas cualidades particulares.
En otros tipos de diagnóstico prenatal, la fase del diagnóstico está completamente separada de la fase de la eventual eliminación de embriones y los esposos son libres de acoger al niño enfermo. Al diagnóstico preimplantatorio, por el contrario, sigue ordinariamente la eliminación del embrión que ha sido designado como “sospechoso” de poseer defectos genéticos o cromosómicos, o de ser de un sexo no querido o de tener cualidades no deseadas. El diagnóstico preimplantatorio –siempre vinculado con la fecundación artificial, que ya de suyo es intrínsecamente ilícita–se ordena de hecho a una selección cualitativa con la consecuente destrucción de embriones, la cual se configura como una práctica abortiva precoz. El diagnóstico preimplantatorio es por lo tanto expresión de aquella mentalidad eugenésica «que acepta el aborto selectivo para impedir el nacimiento de niños afectados por varios tipos de anomalías. Semejante mentalidad es ignominiosa y totalmente reprobable, porque pretende medir el valor de una vida humana siguiendo sólo parámetros de “normalidad” y de bienestar físico, abriendo así el camino a la legitimación incluso del infanticidio y de la eutanasia» Instrucción Dignitas personae nº22
Cada cita viene acompañada del documento en el que podrá usted encontrar la comprobación de la misma.

Créame que como madre entiendo el dolor que supone el sufrimiento de un hijo enfermo, pero también como madre entiendo que la vida de cada hijo tiene un valor único e irreemplazable independientemente de cuál sea la salud del hijo, la edad del hijo, su fase de desarrollo, etc. y entiendo que el seleccionar un hijo en fase embrionaria permitiéndole o no nacer en función de si es o no compatible con su hermano enfermo implica la muerte de los embriones que padecen la misma enfermedad que aquél hijo ya nacido al que se quiere curar, siendo estos embriones igualmente hijos, hijos enfermos, pero hijos. Hijos de los que se supo que estaban enfermos en fase embrionaria y por eso no se les permitió nacer, ni se les pudo querer tanto como se quiere al hijo nacido enfermo……Lo mismo aplica para los embriones sanos que no son compatibles inmunológicamente con el hermano enfermo, hijos sanos, que no son idóneos para curar al hermano enfermo, pero hijos igualmente.
Por lo anterior no puedo compartir que su forma de actuar con su hijo Andy que, repito no juzgo en absoluto, sea conveniente difundirla en el ánimo de ayudar a otros con situaciones tan dolorosas como aquella por la que ustedes pasaron. La vida es sagrada porque es un don de Dios cuyo máximo valor radica en el Amor de Dios que nos crea y nos quiere junto a Él toda la eternidad. Y por ello, no es legítimo eliminarla en fase embrionaria por tratarse de una vida enferma, o de una vida que no puede curar a un hijo enfermo.
Afectuosamente,
Mónica López Barahona

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